sábado, 10 de mayo de 2008

EL DEBATE POLÍTICO E INTELECTUAL EN MÉXICO:

JAIME SUSARREY SÁNCHEZ


En México, después de 1968 se esbozaron dos grandes proyectos ideológicos y políticos: el democrático y el socialista. Ambos se oponían al autoritarismo. Ambos querían una renovación nacional. Pero diferían en sus propuestas: para los socialistas la salida era unja ruptura revolucionaria; para los liberales, la reforma democrática y el ejercicio de la crítica intelectual eran las únicas respuestas válidas contra el autoritarismo. Las opciones eran diferentes en lo político y lo ideológico, pero también en lo generacional.

La mayoría de los jóvenes que experimentaron la represión se identificaban con la opción revolucionaria. No todos los que optaron por ese proyecto pertenecen a la misma generación. Ejemplos notables son Pablo González Casanova, Heberto Castillo y Luis Villoro, que por edad pertenecen a la generación de medio siglo; sin embargo, por temperamento están más cerca de la generación del 68. El proyecto democrático fue asumido por otras generaciones: Octavio Paz (1914), Gabriel Zaid, quien pertenece a la generación de medio siglo, y mas tarde Enrique Krauze (de la generación del 68). A esta lista se pueden añadir los nombres de Eduardo Lizalde y José de la Colina. Antes, hacia finales de los años sesenta, Cosío Villegas había defendido la tradición liberal y la necesidad de reformar democráticamente el sistema político.

El debate el proyecto socialista y el democrático era tan natural como inevitable. De la publicación de Posdata (1970) al encuentro de intelectuales (El siglo XX: la experiencia de la libertad) organizado por la revista Vuelta, se pueden encontrar ejes temáticos similares. Durante los últimos tres años, el fondo de ese debate ha sido, en México, sustancialmente el mismo que en el resto del mundo: la democracia y los derechos humanos frente a los regímenes autoritarios de derecha (dictaduras militares casi siempre) y, sobre todo. Frente al “socialismo real” o “socialismo burocrático”. Sin embargo, para la izquierda mexicana, como para buena parte de la izquierda internacional, el verdadero debate era entre el capitalismo y el socialismo. La democracia y los derechos humanos fueron preocupaciones ajenas a los socialistas: para muchos tocar estos temas equivalía a exhumar reliquias liberales y prejuicios burgueses idealistas; para la mayoría, simplemente eran sofismas de la reacción en contra de las dictaduras revolucionarias.

En el ocaso del siglo y del milenio. Se cierra estrepitosamente una época en la historia mundial. En México concluye un largo debate que se inicio en 1968. En v4einte años se abrieron y se cerraron los horizontes y las esperanzas de toda una generación. Por todas estas razones ha llegado la hora de examinar nuestro pasado reciente. Es un imperativo intelectual, moral e incluso político.

Esta lectura tiene relación con la lectura que ya realizamos de Sergio Zermeño, México: una democracia utópica. El movimiento estudiantil del 68 y con la película el Grito El contenido de la lectura continua con los hechos de 1968, las movilizaciones de los estudiantes, la toma de Ciudad Universitaria por el ejército, las ideas y el descontento que quedó por todo lo ocurrido.

En el 68 se buscaba una democracia.

CARACTERÍSTICAS DEL ESTUDIANTE 68:
-Participación política
-Capacidad de organización
-Revolucionario Social
-Movilidad Grupal
-Bases ideológicas
-Respuesta a la represión
-Búsqueda de la libertad
-Novedosos
-Movilidad Social
-Pachecos

EL ESTUDIANTE DE HOY, 2008:
-Nihilismo
-Indiferente
-Apático

Contrastando entre estas dos categorías, puedo deducir que el interés por formar parte tanto social como políticamente sea perdido y no sólo por parte de ciertos grupos sino de todos.
En tiempo pasado existía más interés por tomar conciencia y preocuparse por el bienestar de todos, hoy vivimos en una sociedad individualista y no hacemos caso de todo lo que nos rodea.

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