miércoles, 30 de enero de 2008

EL MOVIMIENTO OBRERO Y LA POLÍTICA EN MÉXICO (1920-1929)

BARRY CARR
OBREGÓN Y EL MOVIMIENTO OBRERO
El problema del decenio 1920-1930


Predominaron los personajes del Norte hasta 1934 crearon, por primera vez, un estilo político verdaderamente distinto a la de la época prerrevolucionaria.
En el Norte la presencia de la Iglesia católica fue relativamente modesta, pues los grandes latifundios se hallaban casi exclusivamente en manos seculares y no existían conventos ricos ni propiedades eclesiásticas de consideración, como era el caso del sur. La falta de una fuerte tradición religiosa tuvo un efecto importante en los acontecimien-tos que sucedieron en el norte durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, porque allí no hubo posibilidad de establecer la hacienda conservadora que, en el centro del país, se desarrolló entre la iglesia y una población indígena servil.

La historia económica del extremo norte también lo diferencia del resto de la República porque desde los primeros tiempos se caracterizo por la minería y una agricultura extensiva. La falta de disponibilidad de una fuerza de trabajo indígena y dócil, la lejanía del centro y la gran extensión de la región influyeron sobre las condiciones de trabajo, debilitándose instituciones tales como el peonaje por endeudamiento y dando origen a una manera de pensar y a un espíritu de empresa muy independientes, que se convirtió-ron en las características principales de los colonos españoles.

La dinastía sonorense, una vez que ocupó el poder, emprendió la tarea de encontrar una solución creativa para el problema de la reconstrucción del país. La coalición caudillista norteña afrontó en primer lugar el problema de la necesidad de establecer en conjunto estructuras capaces de garantizar una sucesión revolucionaria sin conclusiones.

En cuanto a los grupos que al correr del tiempo serían los verdaderos beneficiarios de la Revolución, es decir, la clase media urbana, la burocracia y los industriales, hasta ese momento seguían siendo elementos secundarios de una sociedad agrícola en la que el Estado tenía un papel mínimo. Se creó así un vacío político de carácter particular, un estado “equilibrio catastrófico que amenazó la estabilidad de los gobiernos.

En el decenio 1920-1930, los principales objetivos de la política gubernamental fueron: a)la racionalización de la agricultura en gran escala, impulsando una mayor producción con la amenaza de la reforma agraria; b)el mejoramiento de la infraestructura del transporte y de las comunicaciones; c)las ampliaciones en gran escala del sistema educativo, especialmente hacia el campo; d)la reducción del volumen del ejército y su profesionalización; e)la eliminación de los regionalismos y particularismos: y f)el intento de crear un marco para dar a los problemas político-sociales de México una solución corporativa, que en su mayor parte fue obra de Calles.

Las novedosas características de este programa no deben arrojar sombra sobre dos hechos muy importantes, o sea, la persistencia de métodos violentos para el control político y el surgimiento de una nueva clase gobernante integrado por los hombres nuevos de la Revolución, que eran generales, políticos, burócratas, líderes, obreros, etc.

El número de miembros de los sindicatos creció en el gobierno de Obregón. La CROM, sejactaba de un aumento en el número de afiliados en 1920-1924.

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