ALAN KNIGT
¿Qué clase de revolución fue la Revolución Mexicana? La naturaleza de la pregunta es tal que cualquier respuesta –especialmente una respuesta breve como la presente- debe ser tentativa: pues involucra no sólo consideraciones acerca de un amplio y complejo proceso histórico (sobre el cual puede haber grandes desacuerdos empíricos), sino también la aplicación de teorías y conceptos de organización apropiados (sobre los que los supuestos a priori pueden diferir radicalmente). Por supuesto, los argumentos históricos nunca son del todo empíricos, y siempre dependen de la aplicación de teorías/conceptos/”leyes” exógenas: los modelos teóricos (el marxismo, la modernización o la teoría de la dependencia), las leyes hempelianas o –leyes que se imponen por su altisonancia- las máximas del “sentido común”.
Estado capitalista manejado por la burguesía”, México no experimentó una transformación tan dramática; en el mejor de los casos se trató de una rebelión, o de una forma de “protesta burguesa”, que sólo podía “perfeccionar y actualizar” un capitalismo preexistente.[1] Para 1910 la única revolución propiamente dicha –merecedora de ese nombre- era una revolución socialista.
La teoría general de Frank acerca de la omnipresencia del capitalismo en América Latina a partir de la Conquista.[2] La definición que Cockcroft da del capitalismo, como la de Frank, acentúa las relaciones de intercambio más que las de producción; de manera inversa, ve el feudalismo como una forma de “economía cerrada”, de un modo radicalme de Kula o Bajai.
Pero si la economía de mercado y monetaria son primordiales, Cockcroft también señala que el crecimiento está acompañado por un “desarrollo correspondiente del trabajo asalariado”, que él afirma como un hecho empírico en la sociedad porfiriana: el 80% de las fuerzas de trabajo estaban conformadas por el proletariado agrícola.[3] Así, la economía mexicana era innegablemente capitalista, antes, durante y después de la Revolución. Entonces, ¿qué es lo que logró la Revolución? “Apenas logró derrocar a Porfirio Díaz y modificar parte de la ideología de cambio social.” [4] No hubo “cambios radicales en la estructura de clases ni en las relaciones de poder entre ellas”. Sin embargo, la Revolución sí fue el producto de un conflicto de clases: de la “explosiva confrontación entre proletarios y capitalistas”. Fue, en efecto, una revolución proletario/socialista fallida, que desafió, pero no pudo vencer, a un orden burgués establecido, y que ha dejado como herencia un “intenso conflicto de clases”. La tarea del historiador (radical) consiste entonces en subrayar el papel del Movimiento Precursor (especialmente el Partido Liberal Mexicano) y asimilarlo a una tradición ininterrumpida de protesta revolucionaria que va de Flores Magón hasta Zapata y el Sindicato Petrolero de los años treinta, hasta Lucio Cabañas.
La Revolución es importante no por lo que hizo, sino por lo que no hizo (no estableció el socialismo); o por lo que, en un tiempo futuro, después de una larga “interrupción”, podría hacer todavía.
Estado capitalista manejado por la burguesía”, México no experimentó una transformación tan dramática; en el mejor de los casos se trató de una rebelión, o de una forma de “protesta burguesa”, que sólo podía “perfeccionar y actualizar” un capitalismo preexistente.[1] Para 1910 la única revolución propiamente dicha –merecedora de ese nombre- era una revolución socialista.
La teoría general de Frank acerca de la omnipresencia del capitalismo en América Latina a partir de la Conquista.[2] La definición que Cockcroft da del capitalismo, como la de Frank, acentúa las relaciones de intercambio más que las de producción; de manera inversa, ve el feudalismo como una forma de “economía cerrada”, de un modo radicalme de Kula o Bajai.
Pero si la economía de mercado y monetaria son primordiales, Cockcroft también señala que el crecimiento está acompañado por un “desarrollo correspondiente del trabajo asalariado”, que él afirma como un hecho empírico en la sociedad porfiriana: el 80% de las fuerzas de trabajo estaban conformadas por el proletariado agrícola.[3] Así, la economía mexicana era innegablemente capitalista, antes, durante y después de la Revolución. Entonces, ¿qué es lo que logró la Revolución? “Apenas logró derrocar a Porfirio Díaz y modificar parte de la ideología de cambio social.” [4] No hubo “cambios radicales en la estructura de clases ni en las relaciones de poder entre ellas”. Sin embargo, la Revolución sí fue el producto de un conflicto de clases: de la “explosiva confrontación entre proletarios y capitalistas”. Fue, en efecto, una revolución proletario/socialista fallida, que desafió, pero no pudo vencer, a un orden burgués establecido, y que ha dejado como herencia un “intenso conflicto de clases”. La tarea del historiador (radical) consiste entonces en subrayar el papel del Movimiento Precursor (especialmente el Partido Liberal Mexicano) y asimilarlo a una tradición ininterrumpida de protesta revolucionaria que va de Flores Magón hasta Zapata y el Sindicato Petrolero de los años treinta, hasta Lucio Cabañas.
La Revolución es importante no por lo que hizo, sino por lo que no hizo (no estableció el socialismo); o por lo que, en un tiempo futuro, después de una larga “interrupción”, podría hacer todavía.
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